Después de aquel viaje
querido amigo mío,
emocionado el ojo
a tanto campo bello...
He de dejar anotado
aquellas serranías,
agrestes soledades
de inmejorable sello.
El tren se descolgaba
entre montañas...
o bien silbaba
en un llano de trigo.
Lejos las casas...
la urbana servidumbre,
cerca la aurora
y sus cambiantes brillos.
Que hemos de volver
a admirar paisajes,
querido compañero
para sentirnos vivos.
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